Fue en Houston, Texas, donde nacería en 1916 en el seno de una familia humilde, la que se convertiría en el gran nombre femenino de la música tradicional méxico-americana, la irrepetible Lydia Mendoza. A lo largo de su carrera conocería el éxito y dejaría para la posteridad un buen puñado de grabaciones que se han convertido en clásicos que dan una buena idea de la música que se respiraba en la frontera entre Estados Unidos y México.
Como ocurría en muchas familias de esos años, en el clan de los Mendoza la música jugaba un papel primordial, ya que sus padres inculcaron el amor por este arte a todos sus vástagos, y fue así como la pequeña Lydia pronto aprendió a tocar el violín, la mandolina y, sobretodo, el instrumento con el que conocería la fama, la guitarra de 12 cuerdas. Fue de hecho con su familia con quien grabaría sus primeros discos para el sello Okeh, unas grabaciones históricas que se editaron bajo el nombre Cuarteto Carta Blanca. Muy a su pesar esas grabaciones no abrieron las puertas de la fama a la familia, obligada a moverse hacia Michigan para trabajar en el campo. Así y todo los Mendoza no abandonan su pasión y siguen como siempre amenizando las horas libres de los trabajadores con su amplio repertorio, una variedad musical que también se reflejaría en la carrera en solitario de Lydia.
No fue hasta un poco más tarde que la joven promesa empieza a destacar gracias a un contrato para la radio a principios de los años 30, lo que le empieza a abrir las puertas del éxito y la lleva directamente a sus primeras sesiones en solitario para el sello Bluebird, subsidiario de RCA Victor, entre marzo y agosto de 1934. Fue en las sesiones de agosto donde grabaría su tema emblema, el famoso «Mal hombre» que se convertiría en no sólo en su gran himno sino en un enorme éxito. es por fin en estas grabaciones cuando nos encontramos a una gran artista que no sólo domina su guitarra de 12 cuerdas a la perfección (se cuenta que su estilo llegó a influenciar a más de un músico de Blues) sino que demuestra una personalidad única con su voz para alguien de apenas 18 años.
La que fuera bautizada como «la alondra de la frontera», seguiría a grabando a menudo a lo largo de su dilatada carrera y su nombre fue leyenda durante décadas (llegó a recibir en 1999 la Medalla Nacional de las Artes de manos del presidente americano Bill Clinton) hasta el momento de su muerte en 2007.
Llega ahora el momento de la música. Los discos que Lydia grabó en los años 30 son preciadas piezas de coleccionismo hoy en día, así que hacerse con uno no suele ser tarea fácil. Hace unos meses pude por fin hacerme con una estupenda y limpia copia del disco que presento, grabado con su familia en San Antonio, Texas, en 1936. Se trata de una versión del clásico «México en una laguna» interpretada por su padre Francisco (según los registros del sello se encarga sólo de voces aunque es difícil discernirle), su madre Leonora a la guitarra y voces, su hermana María a la mandolina y voces y la propia Lydia al violín. Como siempre, digitalizado de mi colección y esperando que lo dsifruten.