Conocido como la época de Pre-Guerra (pre war) por los americanos (está claro que la Iª Guerra Mundial les afectó poco), el período que abarca entre mediados de los años 20 y finales de los 30 es el favorito de muchos amantes de la música popular antigua (entre los cuales me incluyo).
¿Por qué? Hay varios motivos, pero el principal, al menos en mi caso, es el de la música en si. Durante esos años hubo una verdadera explosión de estilos en Estados Unidos que revolucionó la música de todo el mundo. El Blues, popularizado ya en la década anterior, se transforma en los años 20 e influencia a la mayoría de estilos, sobretodo el Jazz de la época, conocido como “Hot”, popularizado por orquestas tanto blancas como negras. La Iglesia Pentecostal transforma el Gospel, alentando la participación de los seglares con guitarras, palmas y coros, enfatizando la fórmula de Pregunta y Respuesta y mezclándose de paso con el Blues y el Ragtime. Los músicos de Hawaii adaptan los ritmos americanos, los mezclan con su propia música y dan a conocer a todo el mundo la guitarra steel, que en poco tiempo adoptarán los músicos de Country. Estos a su vez, reinventan los viejos estilos importados del Viejo Mundo y crean un nuevo estilo que pasará a la historia como Hillbilly.
Es una verdadera explosión musical que vuelve loco al público americano, quien, desde el más pobre hasta el más rico, invierte gran parte de su dinero en discos. Las compañías de la época ven la posibilidad de negocio y se lanzan a una frenética maratón de grabaciones en busca de artistas nuevos sin saber por donde irán los tiros, por lo que se graba a cualquiera. ¡A cualquiera! Y lo más importante: Se les graba sin adulterar. En las grabaciones de esa época tenemos a vagabundos, ex prisioneros, mineros, vendedores de elixires… Cualquiera que fuera capaz de grabar una buena canción era un posible candidato a estrella. Ni se tenía en cuenta la imagen, ni que las voces fueran limpias y “bonitas”, ni que conocieran teoría musical… ¡A veces ni que todos los miembros de una grupo fueran a tiempo!
Y esa es parte de la belleza de esa época, un tiempo en el que las composiciones de Cole Porter tenían tanta posibilidad de éxito como la crudeza y sencillez de Fiddlin’ John Carson. Donde un pobre músico callejero como Blind Lemon Jefferson podía grabar un disco y convertirse en una estrella con su propio talento, y de paso influenciar a todos los músicos de Blues que le seguirían. Una época extravagante, tan oscura como brillante, llena de sorpresas a cada esquina. Una época que acabó repentinamente a mediados de los años 30 cuando las compañías empezaron a “limpiar su sonido”, a grabar a mucha menos gente y a crear sus propias estrellas. O lo que es lo mismo: El inicio del negocio musical tal y como lo conocemos hoy en día.