Charlaba hace poco con otro coleccionista sobre el esnobismo que a veces se encuentra uno entre melómanos. En el mundo del Jazz es siempre la misma historia, la eterna discusión sobre las bandas de músicos afroamericanos y las bandas de músicos blancos. Siempre ha habido puristas del género, y los seguirá habiendo por los siglos de los siglos, que reniegan de cualquier artista blanco de Jazz, alegando enérgicamente desde su trono papal que cualquier blanco es incapaz de llegar al nivel y el sentimiento de un artista negro. Para mí la música es un lenguaje universal, y separarlo por razas es ser un tanto corto de miras, al fin y al cabo siempre ha habido buenos músicos en todas partes. Y de hecho nadie mejor para callar ese tipo de comentarios que el protagonista del post de hoy, un increíble músico que nació con la piel bien blanca: El gran Bix Biederbecke.
Biedebercke, nacido en 1903 en Davenport, Iowa, sintió la llamada del Jazz a los 16 años, cuando su hermano trajo a casa un par de discos de la Original Dixieland Jazz Band que cambiaron por completo toda su perspectiva musical. En contra del deseo de sus progenitores, el joven Bix estaba decidido a convertirse en músico, y aunque sí que había aprendido algo de piano en su hogar natal consiguió dominar la corneta prácticamente él sólo con unas nociones de solfeo muy básicas, lo que dio como resultado una técnica de dedos propia y un tono muy personal. Pero por desgracia nunca fue un músico muy reconocido por la crítica o el gran público, tan sólo por otros músicos contemporáneos. Hay quien incluso contempla que sus terribles problemas con el alcohol (que seguramente ayudaron a las causas de su prematura y trágica muerte por culpa de una neumonía lobar) se alimentaban en parte de sus inseguridades como músico autodidacta así como del escaso reconocimiento que recibió en vida. De ahí que un crítico lo bautizara como «El santo número 1 del Jazz».
Décadas después de su muerte su leyenda no deja de crecer. Sus grabaciones con los Wolverines, las orquestas de Jean Goldkette (de obligada escucha su corneta en «Singing the blues» y «I’m coming Virginia») o Paul Whiteman convencen hasta al más purista amante del género, el mismo que alegará mil y una veces que ningún blanco llegaba al nivel de King Oliver. Y es que al bueno de Bix no le hacía falta llegar al nivel de otros.
Tenía su propio estilo.
Aquí os dejo con un par de caras grabadas bajo el nombre de Bix Biederbecke and his Gang, de mi rara copia en Odeon español (algo tocada pero que como buen Odeon sigue sonando bien), donde a la banda se la rebautizó como Orquesta Excéntrica Bix Biderbecke. Dos deliciosos números que dan un estupendo ejemplo del estilo de este genio. La banda incluye, además de Bix a la corneta, a Bill Rank (trombón), Izzy Friedman (clarinete), Roy Bargy (piano), Lennie Hayton (2º piano, timbal, harmonium) y a Min Leibrook (saxofón bajo). Listas para descargar.
78 Revoluciones - Discos de pizarra 
Bix es uno de mis músicos preferidos, el escucharlo en un disco impreso en nuestro país en aquella época me emociona. Creo que tiene un sonido único y de gran elegancia. En cuanto a la polémica sobre artistas afroamericanos o blancos como dices es una total tontería. Mucha culpa de esa perspectiva la tienen los mandamases de la industria que generalmente grababan a los grupos de color temas hot, mientras las canciones más dulces iban a parar a las orquestas blancas. Sólo hay que ver la magnífica versión de San a principios de 1928 en la que la orquesta de Paul Whiteman con Bix, Frankie Trumbauer, Bill Rank y Jimmie Dorsey entre otros realizan una grabación que en nada tiene que envidiar los sonidos de las bandas afroamericanas. Por eso Bix, Venutti y otros músicos grababan también en compañías más abiertas como OKEH estas placas tan maravillosas como las que hoy nos presentas
Me gustaMe gusta
Totalmente de acuerdo con tu comentario. De la misma manera que a muchos músicos de blues no se les permitió grabar otros estilos a los músicos blancos se les solía encasillar con música más ‘suave’.
Me gustaMe gusta