El bar Blue Moon se encontraba en el 1211 de U Street, en un barrio mayoritariamente afroamericano de Washington D.C. Trasladémonos allí una noche de agosto de 1938. Los clientes del bar bebían, charlaban y escuchaban al pianista de la sala, quien a la vez solía hacer las funciones de camarero y encargado, cuando entre la gente un tipo empezó a ponerse violento y a usar lenguaje obsceno. El pianista, acostumbrado como estaba a toda una vida enfrentándose a todo tipo de brabucones, se le acercó y le propinó una bofetada tras lo que volvió tranquilamente a su piano para seguir dándole a las teclas. Fue en ese momento cuando el cliente aprovechó para acercársele por detrás y, tras sacar una navaja, clavarla a traición en el cuello del indefenso pianista. Este se volvió hacia atrás en un movimiento involuntario pero suficientemente brusco para que la navaja se le hundiera hacia el pecho, empeorando así la herida mientras su novia, también camarera de lugar, noqueaba al cliente con un cenicero. Rápidamente el pianista acudió a un hospital donde le aplicaron hielo sobre la fea herida, lo que, unido a lo que era seguramente sífilis contraída décadas atrás, acabó afectando a la capacidad pulmonar de Ferdinand Joseph LaMote, más conocido como Jelly Roll Morton, algo que afectaría gravemente sus últimos y amargos años hasta su muerte en 1941. El hombre que arrogantemente se auto proclamó «creador del Jazz» y que fue una de las figuras claves de su proyeción en Estados Unidos pasaría sus últimos días en este mundo pobre y enfermo, torturado por el temor, según él mismo, de haber sido maldecido por una tía que practicaba el vudú y luchando amargamente hasta el final por un reconocimiento que sólo le otorgaron un pequeño grupo de incondicionales.

Morton siempre reivindicó su figura como el verdadero creador del Jazz, aunque claro está, si bien no lo inventó él, sí que fue uno de sus máximos exponentes en su primeros años exportando el sonido de New Orleans a todo el territorio americano. Además fue el primer músico de Jazz que escribió sus temas en partituras, al contrario que muchos de sus contemporáneos, demostrando así que este estilo, tan vinculado a la improvisación, podía ser leído e interpretado como la música clásica sin perder ni un ápice de su frescura. Su vida, tal y como él mismo la contó a Alan Lomax en el libro «Mr. Jelly Roll», sigue pareciendo fascinante al lector a pesar de estar a menudo plagada de bravuconadas, exageraciones y medias verdades, desde su fecha de nacimiento (seguramente en 1890 aunque él la cambiaba muchas veces para parecer mayor) hasta la autoría de algunos clásicos del Jazz primigenio, como «Tiger Rag» que él siempre defendió haber compuesto.
Morton, ya fuera nacido en New Orleans o en Gulfport en el S. XIX (1884,1885, 1890… Escoja usted la fecha), vivió en primera persona los inicios del Jazz, fue apostador, músico de burdeles, actor de vodevil e incluso hay quien asegura que hasta proxeneta. Empezó su carrera joven, tocando el piano en las casas de citas del barrio de New Orleans conocido como Storyville, hasta que su abuela lo descubrió y lo echó de casa. Así fue que en 1904, tras adoptar su apodo Jelly Roll de manera profesional (término slang para referirse a las partes femeninas) y añadirle el Morton de su padrastro, empezó una vida errante en la que hizo de todo un poco para ganarse el pan: Actuar en el vodevil, editar partituras, grabar discos y cilindros o apostar. De hecho fue en esa época cuando compuso la mayoría de los temas que con los años le harían famoso. Pero todo cambió de manera drástica en su vida en 1926, cuando en Chicago Morton firmó un contrato de 4 años con la compañía Victor para grabar varios discos. Fue entonces cuando, en plena madurez y tras años perfeccionando su estilo, pudo plasmar su verdadera visión del Jazz con una estupenda banda de sesión a la que bautizó como los Red Hot Peppers.

Son estas sesiones las más aclamadas por los fans, y por un claro motivo. Morton había grabado hasta ahora varias piezas, generalmente con él solo al piano, pero no fue hasta que firmó con Victor que puedo dar rienda suelta a todas las posibilidades que el Jazz ofrecía. De hecho las primeras grabaciones de Morton siempre suenan más simples, lo cual tiene una razón muy clara: El genio se negaba a mostrar todas sus posibilidades técnicas al piano por miedo a que alguien las imitara (eran tiempos muy competitivos y un buen músico se guardaba sus secretos para conseguir así los mejores trabajos).
Es por eso que estas sesiones son tan impresionantes, muestran todo el potencial de Morton no sólo como compositor sino como músico, arreglista y director. Por muy fresco que suene todo, Morton controlaba hasta el más mínimo detalle de cada grabación, además de gozar de plena libertad creativa con un estupendo elenco de músicos acatando sus órdenes (estrellas como Kid Ory o Johnny St. Cyr tocan en estas sesiones). El disco que he escogido contiene dos de sus obras maestras grabadas el 15 de setiembre de 1926: «Black Bottom Stomp» y «The Chant». En ellas, sobretodo en la primera, podréis escuchar el gran toque de Morton: Desde los cambios de tiempo (a 2 y a 4), los parones, el stomp rítmico, su teoría de frenar el tiempo antes del gran final («hay que tener el vaso medio vacío para poder llenarlo luego») o incluso lo que el llamaba el «toque español» (o lo que es lo mismo, la influencia en el Jazz del ritmo del Caribe a través de la Habanera).
Se trata siemplemente de dos joyas atemporales que ilustran la gran época creativa de uno de los grandes genios del Jazz. Digitalizadas de mi colección y listas para descargar.
Es muy probable q Morton haya nacido en Gulfport,Mississippi
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Sí, es verdad, olvidé mencionar las dos probabilidades. Gracias.
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